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Una bisonte ciega se convirtió en el epítome de la grandeza, cuyo dulce corazón maternal fue capaz de sanar las heridas de otros animales vulnerables que sufrieron mucho antes de ser rescatados.
Hace aproximadamente nueve años una bisonte llamada Helen llegó a vivir al Santuario Lighthouse Farm en Oregón, Estados Unidos. Como al principio su adaptación fue complicada, nadie imaginó que se convertiría en un ícono de la bondad animal.
Helen estaba acostumbrada a vivir en soledad y solo había estado en compañía de su antigua dueña, de modo que socializar con otros animales era un verdadero problema para ella. Al ser ciega, cada ruido la asustaba y todo era nuevo para ella, por lo que cada vez se aislaba más.
“Cuando Helen llegó por primera vez, era muy tímida y estaba un poco sola, así que tratamos de emparejarla con ‘amigos de pastoreo’ para que pudiera tener amigos, pero nadie realmente sincronizó con ella”, le dijo Gwen Jakubisin, directora ejecutiva del santuario, a My Modern Met.
Pero cuando nació Oliver, el precioso ternero de una vaca rescatada, todo comenzó a cambiar, y los solitarios días de Helen quedaron atrás.
El instinto maternal de Helen se activó, y comenzó a cuidar a Oliver, y cuando fue lo suficientemente grande como para ir a explorar, se aventuró al campo de Helen y su amistad fue casi inmediata.
Helen comenzó a cambiar y su alegría se hizo palpable, e increíblemente se hicieron inseparables, al punto que llegaron a mimetizarse y Oliver comenzó a cambiar el color y textura de su pelaje haciendo juego con Helen.
“La verdad es que se ha convertido en un pequeño búfalo”, le dijo Gwen a USA Today, refiriéndose a Oliver.
Gwen recordó cómo Betsy, la madre de Oliver, lo dejaba en la “guardería” y se iba a pasear, mientras Helen lo cuidaba durante el resto del día, y la bisonte parecía feliz.
“Se los veía aseándose mútuamente, y parecía increíble, porque no creo que Helen haya tenido la oportunidad de expresar nunca ese instinto maternal”, destacó Gwen.
Helen y Oliver pasaron un año entero juntos hasta que el ternero se unió al rebaño de vacas del santuario. Pero lo extraordinario es que Helen no volvió a la soledad. Su amistad con Oliver le dio la confianza suficiente para abrirse a otros animales y ayudarlos en su recuperación
Por ejemplo cuando llegó Italo, un becerro rescatado que sufrió muchísimo, Helen se designó a sí misma como madre adoptiva y lo ayudó a reponerse y adaptarse a su nuevo hogar.
“A las pocas horas de nacer, a Italo le arrebataron sin piedad a su madre. Nunca tuvo la oportunidad de conocerla, de amarla, de aprender de ella. Por eso es tan maravilloso que haya encontrado una amistad tan bonita con Helen”, escribió el santuario en su página de Facebook.
Lo mismo pasó con Nutmeg, un ternero que nació prematuramente y como resultado sufrió muchas complicaciones de salud.
Cuando Nutmeg llegó al santuario caminó con confianza por el establo hasta el campo de Helen, y desde ese momento no se separó más de ella.
“Helen es la matriarca de nuestro santuario y recibe a todos los nuevos rescatados con los brazos abiertos. Nutmeg nunca tuvo la oportunidad de conocer a su madre y estamos muy contentos de que haya encontrado una amiga y mentora en Helen. Este lugar es tan mágico, amigos, publicó el santuario con un tierno video de ambos.
“Ver a Helen salir de su caparazón ha sido realmente increíble y estamos muy bendecidos de hablarla conocido. Es el animal más amable, paciente y amoroso que hemos tenido el placer de conocer“, dijo Gwen a My Modern Met.
Helen dejó un gran legado
Helen rompió los corazones de todos con su fallecimiento el año pasado, pero dejó un importante legado: los animales cazados y tratados sin piedad tienen una gran capacidad de amar y perdonar. Tienen un nivel de resiliencia del que todos debemos aprender.
Helen cambió muchas vidas. No solo del reino animal, sino que enseñó a sus humanos cómo guiar a otros a vivir sin miedo y en libertad,
Con estas palabras despidieron a Helen en el santuario:
“Con una tristeza insoportable compartimos la noticia de que nuestra querida Helena ha fallecido. Desde que conocimos a Helen, nuestras vidas cambiaron para siempre. Ella irradiaba luz, era magia pura. Nunca habrá otra como ella y aunque el dolor sea consumiendo, no podemos evitar estar tan agradecidos de que se nos dio el mejor regalo para amarla y ser amados por ella. Su cuerpo físico se ha ido, pero su espíritu permanece”.
¡Qué descanses Helen! Y gracias por tanto; eres un inspirador recordatorio de lo importantes que pueden ser la aceptación, el amor y la bondad para cambiar la vida de alguien.