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Tener como mejor amigo a un perro es algo muy común, pero que tu mejor amigo sea un pez mariposa, es algo muy inusual.
Rachel Moore de Ventura, California, es una mujer apasionada del océano, desde los 15 años comenzó a bucear y se enamoró de inmediato. Comenzó como buceadora cerca de su ciudad natal, actualmente vive y navega a tiempo completo con su esposo en su velero, Agape.
Su lugar favorito es la Polinesia Francesa por todos los misterios y bellezas que encierran las islas. Sin embargo, uno de los tantos regalos que ha encontrado ahí es a su amigo Sonny, un diminuto pez mariposa mapache de color amarillo brillante.
Moore ha navegado y buceado por todo el mundo y comparte, entre muchas cosas, la manera en que formó su insólita amistad con el pez durante los dos últimos años.
“Acabábamos de llegar a Moorea y fue una de nuestras primeras inmersiones allí, e inmediatamente vi a este pequeño pez acercarse a mí, y pensé que era extraño”, dijo Rachel a The Epoch Times.
“En otras partes de la isla que visitamos donde se bucea, a veces dan de comer a los peces y éstos son muy amistosos; se acercan en busca de comida. Pero en este sitio de buceo no se alimenta a los peces”.
“Fue inusual que un animal se acercara así. Y nos siguió durante casi 45 minutos. Fue una experiencia única”.
Al principio pudo pensar que el encuentro con el pez mariposa era una casualidad, sin embargo, la siguiente vez que regresó al arrecife, Sonny apareció nuevamente.
“Fue un par de semanas después, tres o cuatro semanas más tarde, volvimos y, efectivamente, apareció el mismo pececito. Al principio, no creía que fuera el mismo, y mi esposo decía: ‘Es imposible que sea el mismo pez’”, recuerda.
“Comparé sus marcas con el video de la primera inmersión y, efectivamente, era él”.
(Cortesía de Rachel Moore)
Rachel ha seguido visitando su amigo, y él siempre la espera ansioso y se pone feliz al verla, se reconocen, por increíble que parezca.
Mucha gente le pregunta cómo hace para reconocer al pez, ella dice que por una mancha amarilla y unas líneas e las sienes.
“He hecho cerca de 2000 inmersiones en todo el mundo, y nunca había experimentado algo así. Es un regalo cada vez que lo veo”.
“Es un recuerdo especial, y estoy muy agradecida por eso; porque nunca le he dado de comer. Simplemente elige venir e interactuar porque parece disfrutarlo tanto como yo”.
Rachel asegura que su amistad con el diminuto pez ha cambiado su perspectiva de la vida.
“Ha cambiado mis creencias sobre muchas cosas. En parte, siento que es una pequeña alma gemela. Es muy difícil de describir, porque he llevado a otras personas a conocerlo. Parece que tenemos una conexión muy especial”, dijo.
“No sé si está predestinado o es algo que acabamos de crear. Y no sé cuántas personas saldrían durante dos años para pasar el rato con un pez, pero quizá porque yo estoy dispuesta a ir y pasar el tiempo con él. Él está dispuesto a pasar el tiempo conmigo”.
(Cortesía de Rachel Moore)