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Una niña y su familia se cruzaron con un enorme pulpo del Pacífico que luchaba por sobrevivir en la orilla del mar, mientras recorrían el parque estatal Bay View, en Washington, el 15 de marzo, y decidieron hacer algo.
Como la marea había bajado, el, pulpo gigante del Pacífico de color coral, la especie de pulpo más grande del mundo, de unas 80 a 100 libras de peso y de siete a ocho pies de largo, se había quedado atorado en el fango a unos 200 metros de la orilla del mar.
La familia avisó rápidamente al guarda del parque, Brandon Hoekstra, que luego pidió ayuda al personal de la Reserva Nacional de Investigación Estuarina de Bahía Padilla para ayudar en el rescate.
Mientras la familia esperaba a los agentes, tomaron el balde de juguete de la niña y se aseguraron de mantener húmedo al enorme pulpo, trasladando agua y vertiéndola suavemente sobre él.
“Un pulpo no puede sobrevivir fuera del agua más de varios minutos; se le colapsan las branquias”, explicó en un comunicado Annie England, científica del Departamento de Ecología de Washington destinada en la reserva, confirmando que la familia había actuado correctamente.
El guarda England, con la ayuda de Mira Lutz, empleada de la reserva, y el voluntario Sean Petersmark, lograron meter el pulpo en un recipiente de plástico, lo llevaron hasta la orilla, y lo pusieron de nuevo en el océano.
“Era un pulpo saludable, fuerte y vibrante”, dijo Lutz a Goskagit. “No podía creer [que fuera] tan fuerte . (Es) un invertebrado, sin huesos para hacer palanca. Pude sentir su fuerza y la capacidad de la succión en cada una de las ventosas”.
Al final del rescate, todos estaban muy emocionados de haber podido ayudar a salvarle la vida al pulpo.
Posteriormente, la reserva dio una “mención” especial a la familia que informó al guardabosques sobre el pulpo varado, sin su intervención, habría sido otro el resultado.