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¿Alguna vez imaginaste ver a un león abrazando a un humano? Valentin Gruener, un hombre que ha vivido esta magnifica experiencia, asegura que los leones no son una amenaza para los seres humanos y que además son muy cariñosos.
Valentin es un piloto privado alemán de 34 años, que lleva 12 años viviendo en Botsuana, África. Actualmente dirige su propio terreno de conservación denominado Modisa Wildlife Projects, que está dedicado al turismo, a la gestión de la vida salvaje, la conservación y a la investigación.
En 2012, cuando Valentin trabajaba como cuidador de depredadores en el Grassland Bushman Lodge, en el desierto del Kalahari de Botsuana, conoció a Sirga, una leona bebé que necesitaba su ayuda, tras ser abandonada por su madre bajo un arbusto cuando tenía solo dos semanas de vida.
“Los padres de Sirga eran los llamados ‘leones problemáticos’ que depredaban el ganado (…) fueron capturados y trasladados al centro de rehabilitación”, explicó Valentin a The Epoch Times.
“Al parecer los hermanos de Sirga murieron, posiblemente debido a que otros leones jugaron bruscamente con ellos; en la naturaleza, la madre los escondería lejos de la manada durante unas seis semanas y los introduciría, cuando estuvieran lo suficientemente fuertes, al resto de la familia, un escenario que no era posible en el campamento donde se encontraban”.
Valentin decidió rescatar y criar a Sirga, para ello pidió los permisos necesarios. Luego, la llevó a la propiedad de Modisa, de 7500 hectáreas junto con otros animales salvajes residentes, donde tiene una reserva de 2000 hectáreas para ella sola.
Desde el principio hubo una conexión entre Valentin y Sirga.
“Sirga empezó a abrazarme a los pocos días de empezar a cuidarla”, recordó.
“Los abrazos consistían en que yo me sentaba y ella se subía para rodearme el cuello con sus bracitos. Hoy en día, está mucho más alta que yo sobre sus patas traseras y, después de unos segundos, me entierro bajo su peso y nos abrazamos en el suelo durante un rato”.
Valentin es el único humano que puede acercarse de esa manera a Sirga. A los 16 meses, Sirga mató su primer antílope, por lo que los otros cuidadores del santuario tienen prohibido el contacto con ella, menos Valentin, su único cuidador.
Sirga y Valentin se convirtieron en dos amigos explorando juntos el Kalahari en sus paseos diarios y durmiendo a la intemperie, Valentin le tiene plena confianza, ya que nunca ha mostrado ningún tipo de agresividad hacia él y lo sigue a casa sin usar una correa.
Esta peculiar amistad se hizo viral cuando Valentin subió un video en TikTok mostrando la evolución de Sirga a través de los años, en donde se ve cómo la cargaba en sus brazos cuando era una cachorra.
Este video y muchos otros han acumulado millones de visitas en diversas plataformas digitales.
“Creo que la gente suele sentirse muy conmovida por nuestro vínculo, sobre todo por la forma en que Sirga me abraza”.
La apariencia de Sirga es muy diferente a la de los leones de su edad que no han sido cuidados por humanos; a sus 9 años no tiene cicatrices, arañazos ni parásitos, “un león salvaje se puede ver bastante golpeado”, dijo Valentin.
Sin embargo, Sirga es capaz de acechar y perseguir presas, relajarse y dormir a la sombra, y simplemente disfrutar de su vida.
“Siempre intenté criarla lo más parecido a un león ‘salvaje’, dadas las circunstancias”, reflexionó.
“Esto significa que no la acostumbré a los autos, a los edificios ni a ninguna otra cosa humana (…) Soy el único que interactúa con Sirga”.
Además de las visitas, Sirga y Valentin comparten un día entero a la semana juntos, explorando la reserva y compartiendo abrazos y mimos.
Después de la pandemia, el turismo quedó paralizado, por lo que Valentin comenzó a obtener apoyo a través de Patreon, una plataforma en la que los seguidores tienen acceso a imágenes inéditas de la vida en la reserva.
“Quiero ser parte de la solución, no del problema”, aseguró en su página web.
Mira el video:
A través de la publicidad obtenida con la historia de Sirga, Valentin espera espera poder impulsar los esfuerzos de conservación, educar a los visitantes y al público en general, y disponer de más recursos para trabajar con las comunidades locales de Botsuana.